Alrededor del año 1000 a. C., en una región donde se hablaban las lenguas semíticas, hizo su aparición el primer sistema gráfico exclusivamente alfabético: el sistema fenicio.
Este sistema se hallaba entre dos de los principales sistemas de escritura, como eran el cuneiforme y el egipcio. En aquella región se adaptaron los pictogramas egipcios, convirtiéndose en la escritura protosinaítica.
Con los fenicios los signos experimentaron un giro que les alejó aún más de la imagen que representaban, al tiempo que los nuevos signos quedaron asociados a un valor fonético.
Pongamos como ejemplo el valor de la A, resumible del modo siguiente: el pictograma correspondiente a 'buey' (alef), consiste en la imagen de una cabeza esbelta y simplificada, que perdería su significado original, adquiriendo el valor de la primera sílaba de alef. Los fenicios todavía pronunciaban la A con un sonido gutural y no como vocal.
En cuanto al alfabeto del sistema, contaba con 22 signos consonánticos, sutilmente comparables a las letras de nuestro actual alfabeto. La escritura se trazaba de derecha a izquierda.
Cabe señalar que son bastante limitadas las inscripciones halladas en la península ibérica, pese a la extensión del alfabeto por el Mediterráneo y a su prolongada presencia desde el s. VII a.C., y se clasifican en fenicias, púnicas y neopúnicas, según la lengua y el tipo de caracteres. La grafía más evolucionada pertenece a las neopúnicas, y las púnicas apuntan a los s. III y II a.C.
ARGA-Grafología
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